ANIMAR A LEER.

LOS PADRES Y LA LECTURA

Leer nos enriquece la vida. Con el libro volamos a otras épocas y a otros paisajes: aprendemos el mundo, vivimos la pasión o la melancolía. La palabra fomenta nuestra imaginación, inventamos lo que no vemos, nos hacemos creadores.      

                                                                                                             José Luis Sampedro

¿De qué manera podéis los padres crear en la casa un ambiente que invite a leer? En primer lugar, no os dejéis vencer por el desánimo pensando que no estáis suficientemente preparados para ello. No es necesario tener una formación especial. Basta con que os importen las cosas de vuestros hijos, que os preocupe el problema de su educación (y la lectura es un aspecto muy importante de ella), poner buena voluntad y unas dosis de sentido común y cariño.
Estas son algunas ideas que podéis llevar a cabo para intentar que vuestros hijos se aficionen a la lectura.
Aunque resulte una obviedad, debemos preocuparnos por las condiciones materiales para la práctica de la lectura en la casa. Una habitación limpia, cómoda y bien iluminada; y una mesa ordenada y amplia, donde vuestro hijo pueda trabajar y leer con tranquilidad, aislado de los ruidos y la televisión. Es conveniente, también, controlar la postura en que lee, y recordad la necesidad de que pasen los controles médicos pertinentes con el fin de detectar y prevenir posibles problemas de visión, audición y otros.

Leer también nosotros para nuestro propio disfrute. Difícilmente les transmitiremos a ellos el deseo de leer si nosotros no lo tenemos. Además, los niños necesitan pautas de conducta y lo que hacen los padres es un modelo a seguir. Los adultos enseñamos con nuetras manera de actuar en el día a día hasta qué punto valoramos o no la lectura. No es posible fingimiento: nuestros hijos saben perfectamente cuándo lo que les decimos responde a un convencimiento íntimo y cuándo es solo palabrería.
Cuando son pequeños, podemos alimentar con historias el ansia de curiosidad e imaginación que tienen. A ello podemos dedicarle diariamente unos minutos, preferentemente cuando acaba la jornada. Cancioncillas y rimas, retahílas y trabalenguas, álbumes de bellas ilustraciones, libros en forma de abecedario, historias construidas a base de estructuras acumulativas, libros de adivinanzas. Todo se torna mágico para el niño cuando se acerca la noche y a través de la voz del padre o de la madre cobran vida las palabras.
Cuando son mayores, podemos comentar una noticia que hemos leído en el periódico, una película que hemos visto o un pasaje del libro que estamos leyendo. También es importante que les preguntes por lo que ellos están leyendo y sobre las actividades de clase mientras coméis o en cualquier otro momento. Es conveniente que la lectura y los asuntos relacionados con su educación sean temas habituales de conversación. De esta manera, daréis valor a su trabajo, y reforzaréis el que llevamos a cabo los profesores.
Aunque parezca evidente, quizá no esté de más recordar que los padres deben contar cuentos, leer libros a sus hijos y preocuparse por los temas educativos. Compartir cuentos y lecturas con nuestros hijos, ya lo hemos dicho, es una de las mejores maneras de ayudarles a amar los libros. Y, además, una buena ocasión para estra juntos, hablar y comunicarnos.

Animaos a crear y cuidar la biblioteca familiar. No son necesarios muchos libros, ni es precios destinar una habitación exclusivamente a este uso. Se puede empezar con la instalación de unas estanterías en la sala de estar o en la habitación de vuestros hijos. Los libros pueden compartir espacio con discos, vídeos, películas y materiales que contengan información educativa que merezca la pena conservar.

La lectura exige un clima de tranquilidad y sosiego. Sin embargo, el silencio y la calma son valores poco estimados por la sociedad actual. Vivimos en un mundo saturado de ruidos, tensión y prisas, en el que cada día resulta mas difícil entenderse. En la casa, podemos invertir esta tendencia. Buscar un ambiente relajado y tranquilo donde se pueda leer y oír música, hablar y escuchar a los otros.
Es el momento propicio para detener el tiempo y sentir el gozo de un libro compartido. Historias para sentir en plenitud la alegría de vivir, a veces, también la tristeza. Pero siempre con la certeza de que contamos con un amigo para superar los malos momentos.
 
Porque no sólo existen los libros. Visitar pueblos y ciudades, conocer gentes y lugares. Que nuestros hijos tengan la posibilidad de vivir nuevas experiencias y que sus horizontes sean amplios. Enseñarles a mirar una calle, un paisaje. Visitar exposiciones, ir al cine y la teatro, participar en actividades culturales en el barrio y en la ciudad, para que desarrollen su sensibilidad y el gusto por la cultura.
A ello nos ayudan también los escritores con la discreción de la palabras encerradas en los libros. Sus páginas son una incitación a observar, a aprender a ver, a que nos fijemos en cosas y asuntos en los que de otra manera quizá nunca hubiésemos pasado nuestra mirada.

Habitualmente los padres no acompañamos a nuestros hijos a la biblioteca. Si lo hacemos es para ayudarles a encontrar algún material que les permita realizar un trabajo encargado por el profesor. Suelen ser vistas esporádicas y, casi siempre, precipitadas. Os animo a que visitéis la biblioteca y la librería con cierta regularidad, no como actividad obligada sino con fines recreativos. La búsqueda de libros como experiencia rellajada y gozosa, para que nuestros hijos experimenten el placer de elegir y de descubrir nuevos libros.

Una de las claves para conseguir lectores entusiastas reside en informar y orientar a los lectores sobre los libros que pueden leer, en ayudarles a descubrir sus intereses y a ensanchar el horizonte de sus lecturas. De manera progresiva, los lectores aprenden a encontrar libros adecuados a su edad que les resulten gratificantes.
Para los adultos, descubrir nuevas formas de informarles sobre los recursos de que disponen en el biblioteca y en las librerías es una tarea apasionante; especialemnete, aquellos libros que amplían sus gustos y elevan el nivel de sus lecturas. Con frecuencia subestimamos a nuestros hijos pensando que no les interesan contenidos profundos y nos conformamos con ofrecerles textos mediocres, insustanciales y vacion, plagados de lugares comentes, héroes estereotipados y páginas aburridas. Ayuda a tu hijo a encontrar buenos libros.

Incluid los libros en la lista de regalos de vuestros hijos. Pero no regaléis cualquier libro. Tened en cuenta que no a todas las personas nos gustan los mismos libros. Por tanto, para elegir el libro más adecuado, tener en cuenta los gustos e intereses.
Podéis obtener información muy interesante en la web del Servicio de Orientación de Lectura (www.sol-e.com), de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Esta página ofrece un amplio catálogo de libros destinados a niños y jóvenes clasificados por edades.
 
Quiero terminar con un último consejo. No queráis que vuestros hijos lean por encima de todas las cosas, ni convirtáis este tema en una obsesión. No obliguéis a leer a vuestros hijos. La obligación no funciona. Intentad convencer, y empezad por vosotros mismos. Si uno no conoce el placer de la lectura, es imposible que llegue a transmitirlo a los demás. Nunca es tarde para aficionarse a leer. Este es un buen momento para empezar, especialmente al lado de los hijos. Suerte y ánimo en la tarea.